martes, 30 de agosto de 2011

Haces que incluso lo más simple y normal sea memorable y agradable

Hoy me has vuelto a dejar sin palabras... Me has sorprendido con unos regalos preciosos. Me han encantado (¡cómo los voy a cambiar!), son muy yo. Has cuidado cada detalle, has pensado en todo, y has estado cada día, cada momento junto a mí. Eres una persona excepcional. Me has colmado de atenciones y de mimos. Y me dices que no te de las gracias porque los amigos no se dan las gracias... Razón no te falta pero es que lo mínimo que puedo hacer es agradecértelo.

Te voy a echar mucho de menos pero no es un adiós, es un hasta pronto como muy bien has dicho. Los amarillos siguen siendo amarillos incluso en la distancia. Te quiero mucho.

Y ya para terminar, me gustaría compartir con todos vosotros esta frase que creo que es el colofón perfecto, que resume la esencia:

"Haces que incluso lo más simple y normal sea memorable y agradable".

Esta semana está siendo, sin duda, muy especial, es momento de cerrar una etapa y de abrir una nueva... :) Lo que más me duele es dejar a mi gente, a mis soles...

Gracias por hacerme sentir una princesa. Gracias por vuestro apoyo constante y por entenderme. Gracias por volcaros conmigo. No está siendo fácil pero gracias a vosotros son más los momentos de alegría que de tristeza... Las lágrimas en esta ocasión son de emoción.

Un abrazo enorme!!

miércoles, 3 de agosto de 2011

LOS CUATRO ACUERDOS...

Hoy quería hablaros de un libro que acaba de llegar a mis manos. Se titula "Los cuatro acuerdos" y es del Doctor Miguel Ruiz.

Os dejo ahora con un resumen del libro...

LA FILOSOFÍA TOLTECA

Si nuestra moral, nuestra lógica, nuestro “sentido común”… no cumplen sus objetivos, que en su base fundamental consistiría en hacernos seres humanos felices y en armonía, es porque evidentemente estos no funcionan. Y como no funcionan hay que cambiarlos.

Los 4 acuerdos:

1. Sé impecable con la palabra.

Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones.


Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación, pero también podemos matar su autoestima, sus esperanzas, condenarle al fracaso, aniquilarle. Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están creando cada día. Las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje machista nos mantienen en un mundo androcéntrico, donde el hombre es la medida y el centro de todas las cosas, y las descalificaciones autovictimistas (pobre de mí, todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.


Si somos conscientes del poder de nuestras palabras, de su enorme valor, las utilizaremos con cuidado, sabiendo que cada una de ellas está creando algo. Por tanto:


“Utiliza las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el amor. SÉ IMPECABLE CON LA PALABRA”.

2. No te tomes nada personalmente

Cada cual vive su propia película en la cual es protagonista. Cada cual afronta su propia odisea viviendo su vida y resolviendo sus conflictos y sus miserias personales. Cada cual quiere sobrevivir el sueño colectivo y ser feliz. Y cada cual lo hace lo mejor que puede dentro de sus circunstancias y sus limitaciones.
Las demás personas sólo somos figurantes en esa película que cada cual hace de su vida, o a lo sumo personajes secundarios. Si alguien me insulta por la calle (o yo lo percibo así) con casi toda seguridad no tiene nada o muy poco que ver conmigo; es simplemente su reacción a algo que está pasando fuera (un mal día con su pareja o en el trabajo, una discusión con su hija), o más probablemente dentro (preocupaciones, ansiedad, frustración, impaciencia, una gastritis o un dolor de cabeza).


La impaciencia o las exigencias de tu pareja, de la vecina del rellano o de la cajera del supermercado, las críticas de tu hijo o en el trabajo, nada de eso es personal. Cada cual está reaccionando a su propia película.

“Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros… Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te tomas las cosas personalmente serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno”,

“Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan sobre ti las demás personas. Nunca eres responsable de los actos o palabras de las demás personas, sólo de las tuyas propias. NO TE TOMES LAS COSAS PERSONALMENTE.

3. No hagas suposiciones

Tendemos a hacer suposiciones y a sacar conclusiones sobre todo. El problema es que al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto y montamos una realidad sobre ello. Y no siempre es positiva o está guiada por la confianza o el amor, sino más frecuentemente por el miedo y nuestra propia inseguridad.


Deduzco que alguien se ha enfadado conmigo porque no respondió a mi saludo al cruzarnos y mi mente organiza toda una realidad sobre eso. Y se rompen puentes entre la otra persona y yo, difíciles de salvar. Lo mismo con nuestra pareja, con la vecina, con la escuela. Creamos realidades en base a comentarios o elementos sueltos (cuando no en base a chismes malintencionados).
“La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras… e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular”.

Nunca nada que pasa fuera es personal. Pero en cualquier caso, NO SAQUES CONCLUSIONES PRECIPITADAMENTE.

4. Haz siempre lo mejor que puedas

El cuarto y último acuerdo permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados: haz siempre lo máximo y lo mejor que puedas. Siendo así, pase lo que pase aceptaremos las consecuencias de buen grado. Hacerlo lo mejor posible no significa que tú y yo tengamos que hacerlo de la misma manera, ni siquiera que mi respuesta en estos momentos sea la misma que en otro que me siento cansada, o no he dormido bien, o me siento llena de amor y confianza y tremendamente generosa. Se podría decir que en cada momento de nuestra vida somos diferentes, en unas circunstancias y con unas limitaciones concretas. A veces podemos responder a lo que interpretamos como una “provocación” con una sonrisa irónica o divertida, con sentido del humor, o con una carcajada retadora, o incluso a gritos. Pero siempre podemos intentar ser impecables con la palabra, no tomárnoslo personalmente y no sacar conclusiones precipitadas… dentro de nuestras limitaciones físicas, anímicas y en general, de cada momento. Si lo intentamos, de la mejor manera que podemos, ya es suficiente.


“Verdaderamente, para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos necesitamos utilizar todo el poder que tenemos. De modo que, si te caes, no te juzgues. No le des a tu juez interior la satisfacción de convertirte en una víctima. Simplemente, empieza otra vez desde el principio”.

¿Os ha gustado?

Podéis descargaros el libro en pdf aquí.

Un besazo